Sube y baja, sube y baja, al menos doce horas al día en un ascensor. Así es la vida de don Félix Ponce Soto, el ascensorista que desde hace cuatro años le da vida al elevador de la Facultad de Ciencias Sociales, donde además le brinda una sonrisa de bienvenida a todos los estudiantes de Univalle.
Y es que subir al ascensor comandado por don Félix es muy grato. Con su sonrisa, sus chistes y a veces el tarareo de alguna canción de moda, alegra la mañana de cualquier estudiante que llega estresado a clases y más aún a un examen.
A pesar de los 71 años que lleva encima, el ascensorista mantiene su espíritu joven. Los estudiantes que los conocen se atreven a decir que tiene mucha “chispa” para tratar con todos los estudiantes, sean brasileños, peruanos, colombianos o caboverdianos.
En ese pequeña caja eléctrica, que se encarga de subir y bajar personas de un piso a otro, ha encontrado el lugar no sólo para conversar sino para hacer una de las cosas que le gusta: llenar crucigramas.
Grandes, medianos o pequeños, pero crucigramas al fin, son algunos de compañeros inseparables de don Félix en esas 12 horas de trabajo.
En ingreso de una esbelta caboverdiana, a veces, suele distraer la concentración del ascensorista, quien con una voz más melodiosa pregunta al piso que debe dirigirse.
De Ayopaya a
Félix Ponce Soto nació en Ayopaya, hace ya 71 años. Es padre de dos hijos y abuelo de 5 nietos, de quienes se siente orgullo.
Muy joven se casó con quien pronto cumplirá 50 años de estar juntos.
Para don Félix, de lunes a viernes, su vida es la universidad, pero el fin de semana su familia, con quien comparte momentos agradables en Sipe Sipe, población donde se instalaron sus seres queridos.
Con una sonrisa, recuerda que llegó Univalle no para desempeñar el cargo de ascensorista sino de sereno del edificio polifuncional de la Ayacucho. Allí trabajó durante diez años, tiempo en el que también supo conquistar la amistad de los estudiantes, docentes y administrativos.
Su buen carácter e ímpetu por ser uno de los mejores trabajadores de Univalle, facilitó para que don Félix abandonara el trabajo nocturno y sea trasladado al campus de Tiquipaya para “conducir” el ascensor de Ciencias Sociales.
Antes de estas labores, trabajó durante 18 años en una fábrica de fósforos; luego en la Alcaldía, la ex Corporación de Desarrollo de Cochabamba (Cordeco) y el Magisterio.
Afirma que le gusta el trabajo de ascensorista, porque se divierte y hace divertir a quien decide entrar al ascensor para subir o bajar.
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